Soy de la clase de personas que cuando encuentra un disco o una canción de su preferencia, lo reproduce una y otra vez hasta el hartazgo. La ansiedad de apropiarme de su letra, su melodía, su mensaje hasta intoxicarme y aburrirme de ella.
Ahora que lo pienso también hago eso con la mayoría de las cosas pero entre las excepciones están los libros y el cine. El efecto en mi de un buen libro o de una película son casi devastadores. Incendian una parte de mi, para instalarse y se quedan tortuosos en los caminos de mi alma mientras mi caprichosa memoria los guarda.
La ansiedad es una forma de vida y más que una enfermedad es una vigorosa virtud desde la cama hasta la vida. Quizá nos consumimos como una vela arrebatada y nos fundimos con más prisa que los demás. Pero ninguna vida exitosa se mide en años, se mide en la felicidad personal y los logros, en dejar un mundo mejor y quedarnos en los corazones de los que amamos.
¿Cuándo fue la última vez que te ganó la ansiedad y engulliste de prisa un bocadillo?
¿Cuándo fue la última vez que le arrebataste el vestido con los dientes y la empujaste a la pared para desahogar tus instintos?
Ansiedad y pasión nacieron juntos, benditos sean.
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