martes, 17 de junio de 2014
sábado, 7 de junio de 2014
Bitácoras
Algunos hombres tenemos etapas así, cerradas, indiferentes, autodigestivas; donde presume un esfuerzo titánico responder al "¿Cómo estás?" con otra respuesta que no sea "bien" a secas y donde aterrado uno corresponde con "¿Y tu?", con el miedo de invertir 2 minutos o un par de horas en escuchar problemas ajenos, circunstancias incambiables o ver como el interlocutor divaga tantas veces en su discurso, que hace un hoyo en la tierra de tanto pasar y discurrir de simplezas.
De los que uno se aleja más es de los viejos amigos a los que se reduce a un estrecho cajón de estacionamiento, a los que se observa a lo lejos. Es de suma pereza dar el mismo consejo por milésima ocasión o responder a las tragedias diarias diciendo "Animo" o "Échale ganas", se vuelve un objetivo más necesario, escribir una carta a la real academia solicitando prohiba en esa semántica el uso de esas palabras porque ante tantas situaciones de la vida es obvio que solo queda seguir lo más animado posible.
Las respuestas son más complicadas.
Uno se esfuerza irremediablemente por resumir el trabajo, la maestría, la novia, los planes. Aunque debiera decir más bien, mi trabajo, mi maestría, mi novia, mis planes. Pero al poco eso se transtorna en un imposible ejercicio de resumir hechos importantes encontrándose detalles significativos que sin darse cuenta uno también termina haciendo un hoyo en la tierra de tantas vueltas y detalles. Por eso a los poetas nos cuesta tanto narrar más si somos ansiófilos.
Las horas se van como simples ejercicios de cognición, descubrir el tema, el mótivo, la razón. Ante cada situación aparece una respuesta simple: vida, muerte, ambición, amor, duda, odio, abandono, infidelidad, carencia, miseria, opulencia luego uno se da por enterado del tema y si es necesario se da una lógica recomendación y es tan automático ese raciocinio que si es alguien conocido es tan sorprendete lo predecible que puede ser un ser humano. Porque sabiendo que tan cojo es el lisiado se sabe con mayor certeza cuando y donde caera. Porque sabiendo lo terco que puede ser se sabe casi perfectamente que tan rápido se levantara. Porque conociendo la fortaleza del músculo se sabe detalladamente el peso que puede levantar. Porque sabiendo las ilusiones, motivaciones y ansiedades es fácil ser vidente del cautivo.
Ante semejante estado de consciencia donde los sentimientos están demasiado sobrios y las emociones partieron de vacaciones es importante andar con cuidado porque tanta agudeza no debe ser buena para la salud humana.
El problema no es la locura, el problema es volverse ajeno del mundo y de la propia naturaleza social que aunque no fuera necesaria de algo tenemos que morir y ese desgaste natural es el que mantiene la vida hermosa y ciclica como debe ser.
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