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domingo, 6 de octubre de 2013

Presencia

La forma más perfecta de amar es hacerlo sin necesitar ser dueño de lo que amamos, porque se destila la necesidad de correspondencia.

Te amo aunque no te tenga, aunque no me ames, por el puro placer de amarte, por la personal necesidad de saberte feliz sin la egoísta necesidad de creerme culpable de tu felicidad.

La costumbre de contremplar, si; al objeto amado para alimentar al corazón amoroso, la querencia y para mantenerse enamorado.

El testigo de virtudes y defectos, volverse insomne creyendo con sugestión que es inconcebible la belleza de la rosa sin espinas y que las asperezas del alma son indispensables para acariciar la gloria.

El paraiso de amar porqué sí; sin el capricho, con la conciencia, sin el empacho, con la sapiencia. Con el sabor de los labios sin antojo, con la saliva dulce, con el alma embelezada, eternamente insomne.
Quizá así ama Dios.

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